Tejero por delante, Sánchez por detrás

TEJERO POR DELANTE; SÁNCHEZ POR DETRÁS

 

“El fundamento, señores, de todos vuestros errores consiste en no saber cuál es la dirección de la civilización y del mundo”.

 Donoso Cortés. Discurso sobre la dictadura.

Como si fuera un mal que nos acompaña al nacer; más aún, como si fuéramos malos por nuestros pecados o por naturaleza, así somos tratados los españoles por nuestros propios gobernantes. Esto ha sido lo que ha guiado toda la política en estos dos últimos siglos.

Elegimos, pero cuando lo hacemos nos arrebatan los votos para hacer con ellos lo quieran; sólo sirven para legitimar los caprichos de aquellos a quienes “votamos”; es más, se parte de que “no sabemos lo que queremos”, y tenemos que “ser guiados o ser conducidos”; se nos trata como a “niños pequeños” que tienen que ser cuidados por sus padres.

De vez en cuando, aparece un iluminado que nos dice lo que él ha visto, por dónde tiene que ir nuestro mundo, quién se lo ha revelado.

Como es sabido, el progresismo se basa en una postura religiosa, y más en concreto “jansenista” (acostumbrémonos a esta palabra, pues es la realidad política en la que vivimos): se parte de que este mundo es imperfecto y tiene que tender a la perfección; pero, al ser imperfecto no tiene la capacidad por sí misma para tender a dicha perfección, puesto que por eso es imperfecto; y tiene que venir “alguien de fuera de este mundo” a guiarnos para que sepamos a dónde nos tiene que dirigir; ese “alguien” se manifiesta en una persona “excepcional” que nos dice por dónde tenemos que ir por este mundo.

Todo el siglo XIX español está lleno de iluminados que nos han dicho por dónde debemos ir, pues, nuestros antepasados españoles “eran incapaces de comprender” cualquier cosa: habían nacido con el “error”. Sobra decir que en el siglo XX también estaban nuestros antepasados españoles en el error, y por eso tuvieron que venir varias personas a “salvarlos” de ese error y decirles por dónde tenían que ir. El último estuvo cuarenta años “salvándonos”.

Lo que en el siglo XIX se llamaban “pronunciamientos”, en el siglo XX se llamaron “golpes de Estado”; ahora, en el siglo XXI se llaman “situaciones excepcionales”, o sea, suspenden un parlamento que no es tal, pues es una “cámara de representación de gobernados” (si realmente fuera un “poder” le haría frente a cualquier “excepcionalidad”): pero las tres situaciones se basan en lo mismo: los españoles, por el hecho de ser españoles somos incapaces de comprender ni a dónde vamos ni nada de este mundo en el que vivimos.

Es una pena que los partidos políticos tradicionales, de derecha o de izquierda, se hayan subido a esta idea: así, interpretan que al ser elegidos, por supuesto en listas cerradas, salen del error para entrar en la luminosidad, y desde ahí ya ven a dónde nos dirigimos; antes de ser elegidos, estaban ciegos, como los españoles de a pie, pero después entran a formar parte de los elegidos.

Ya hablaremos de la “representación”, que para nosotros no es esto; ahora nos centramos en esos iluminados que creen que con sus decisiones nos llevan por el buen camino, eso sí: dejándonos a los españoles en el error, pues para eso ellos se han erigido en nuestros guías.

Al margen de los pronunciamientos y de los golpes de Estado, ahora nos movemos en dos personajes que se han movido y, por desgracia, se mueven en esa “excepcionalidad”: son Tejero y Sánchez. La verdad es que podrían ser “acusados” de una “pederastia política”, pues están violando, uno por delante y otro por detrás, a toda la sociedad española. Claro está que la ley del “sólo sí es sí” les concedería la amnistía.

Ambos se han erigido en “guiadores” de la sociedad española, que está en el error. Por las circunstancias históricas, los momentos de la tragedia (de momento) han pasado, y nos hemos adentrado en el momento de la “farsa”; son auténticos bufones, pero aún hacen mucho daño, pues la pobreza está aumentando en España de una forma desmesurada; o sea, que sus bufonadas nos están saliendo caras. Pero es eso: bufonadas. Tejero da lástima; y Sánchez nos dará pena.

Nosotros tenemos que convencernos de que no estamos en ningún error, de que no hemos cometido ningún pecado, de que no somos malos por naturaleza: tenemos que recuperar nuestro orgullo y nuestra dignidad. Nuestro error no está fundamentado en ningún sitio: simplemente somos así, con nuestros aciertos y con nuestros errores; pero en cualquier caso, no merecemos ningún castigo, y por lo tanto no merecemos ningún salvador: sólo queremos un Parlamento que sea expresión nuestra, de lo que sentimos, queremos, hacemos, pensamos, soñamos. No queremos ningún salvador, porque no somos malos.

Antonio Fidalgo
Secretario de Contigo Somos Democracia

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