Miré los muros de la patria mía (Quevedo)

“Si tienen hambre que coman hierba…. ¡Paciencia!, cuando yo sea ministro les haré comer paja; mis caballos la comen….»
Foulon. (Citado por J. Michelet. Historia de la Revolución Francesa)

Estuve el día de Todos los Santos honrando a mis antepasados recientes; la ceremonia fue en la iglesia, pues estaba lloviendo y era imposible estar en el cementerio. De 150 ó 160 personas que estábamos, éramos la mayoría “mayores”; muchos vivimos fuera del pueblo, y habíamos ido a allí para la “ocasión”.

Como si de alguna película se tratase, y como otras veces, me vinieron enseguida los recuerdos y se me echó encima la infancia; supongo que como a todos los que estábamos allí, y a todos los que en ese día recordaran a sus seres queridos.

Cuando yo era niño, “¡había niños!” en el pueblo; también había personas jóvenes y personas mayores: era un pueblo como todos los de España. La emigración había hecho que muchas personas estuvieran fuera: habían ido a trabajar a Barcelona y a Bilbao; era donde había trabajo, y donde el general Franco había llevado la industria; los catalanes y los vascos le habían ayudado en la guerra, se nos decía y, ahora, el régimen, a través de la Falange, “ayudaba a los obreros” a buscar trabajo en esas regiones: había que privilegiarlas porque habían “salvado” a España. Los pueblos no tenían futuro, y era donde quedaban los “atrasados” y los “estripaterrones”; el progreso y y el futuro quedaban en esas regiones. Además, los que iban a trabajar, tenían trabajo y futuro, y los que quedábamos en el pueblo no éramos más que “condenados” por la suerte. En verano es cuando veíamos los coches “mil quinientos” y los “ochocientos cincuenta” circular entre mulas y arados, aunque ya comenzaba a haber los primeros tractores. Envidiábamos a la Barcelona y al Bilbao que no conocíamos, pues daban trabajo y “futuro” a los obreros, o por lo menos, les daba un coche; en el pueblo “no había nada”.

Al mismo tiempo, o un poco más tarde, venía los de Madrid; pero esos ya venían con un “mercedes”: trabajaban en un Ministerio, y eran los que “habían dado trabajo” a los obreros en Barcelona o Bilbao. Tanto los hijos de unos como de otros, se paseaban por el pueblo, por los lugares donde trabajábamos (en especial por las “eras”), pero no “aguantaban” nada; nosotros los llamábamos los “pijos”: o de Madrid o de Barcelona o de Bilbao; nosotros teníamos que aguantar o el polvo de la trilla o el olor a mierda de las vacas: no podíamos escapar.

En nuestro interior nos nacía la envidia hacia todos ellos. No sabíamos que detrás había un “régimen” que había favorecido a unas regiones en detrimento de las nuestras. El dinero iba para esas regiones, dejando la miseria en nuestras tierras. En las escuelas nos daban la “leche en polvo de los americanos”: nunca supe si era ayuda de los “cuáqueros”, pues éstos ayudaron a los alemanes después de la primera gran guerra; y supongo que no lo sabré nunca. El hecho es que en nuestra tierra nos quedaba la “leche en polvo de los americanos”, mientras que en Cataluña, el País Vasco y Madrid vivían bien: de ahí  venían los veraneantes con coches.

Ya de adolescente y joven, era yo el que “iba” al pueblo; y también seguían yendo los de Barcelona, Bilbao y Madrid. Pero, estos eran cada vez “más”, pues muchos habían ido a trabajar allí: no se hacían ricos, pero trabajaban. En los acontecimientos importantes coincidíamos; pero nos dábamos cuenta de que cada vez “nacían” menos niños:los jóvenes se habían marchado, y creaban su futuro en esas regiones (fundamentalmente). Estaba ya la “democracia” y el dinero seguía yendo a Cataluña, el País Vasco y Madrid; los que trabajaban veían su trabajo como una “fatalidad”, como un “castigo”; ni existía “guerra”, ni “post-guerra” ni “Franco”, pero el dinero , fruto del trabajo, no se quedaba en la tierra, sino que seguía yéndose hacia esas regiones ricas.

Ahora de mayor, ya no nacen niños; ya no hay jóvenes; sólo quedan los mayores, la gran parte jubilados. Ha pasado el tiempo y me doy cuenta de que no hemos podido crear nada en nuestra tierra, pues el dinero generado iba para la nobleza de esas regiones. El tiempo ha hecho que nacieran “niños pijos”, de familias ricas en esas regiones, que apenas aguantan un mínimo esfuerzo, pues todo lo han tenido hecho, y todo se lo han dado.

Y sigue el tiempo en que piden más; pero ya no hay más que dar; la prensa dice que un tercio de los españoles está en “riesgo de pobreza”; el dinero que llega de Europa, se le da a esas regiones; el tiempo ha hecho que España se vacíe y ahora podemos decir que “España es Cataluña y País Vasco con capital en Madrid”. Los jóvenes apenas tienen porvenir, pues la riqueza no se reparte entre todos igual; y con la “democracia partidista” que nos gobierna sólo “tienen futuro” los que se “afilian a unos partidos determinados”, dejando fuera al resto cuyo trabajo va a ser mal remunerado.

Ahora la nobleza Catalana y Vasca puede decir lo de Foulon y que está escrito más arriba: el problema es que no sé si va a haber hierba que comer……

Antonio Fidalgo
Secretario de Contigo Somos Democracia

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