Nefelocogicia: La ciudad de las nubes y de los cucos

PISTETERO: ¿Quién es la realeza?

PROMETEO: Una hermosísima doncella que maneja los rayos de Zeus, y a cuyo cuyo cargo están todas las demás cosas: la prudencia, la equidad, la modestia, la marina; las calumnias, la tesorería y el pago del óbolo.

PISTETERO: ¿Es, pues, una intendente general?

PROMETEO: Precisamente. De suerte que si te la otorga, serás dueño de todo. He venido para darte este consejo, pues siempre he querido mucho a los hombres.
Aristófanes. Las Aves

No sé si es por aquello que ya predijera nuestro Ortega y Gasset de que “lo que nos pasa a los españoles es que no sabemos lo que nos pasa”, unido a lo que anunciaba su maestro (y maestro de algunos de nosotros) Unamuno de que andamos “unos contra otros” (hunos contra otros, escribía él) lo que explica la situación en la que estamos viviendo en estos momentos.

Estos personajes barojianos que nos gobiernan ya no saben cómo llamar la atención, pero con el agravante de que sus caprichos los pagamos todos los españoles; perdón: lo pagamos los españoles que no estamos en sus predios. Ya dije que la estructura de la sociedad española se divide en “casa y corral”; los de la casa están a lo suyo, y ahora se han ido a Suiza, pero no como emigrantes, sino como evasores de la dignidad y de la representación nacional. No les basta con sus caprichos, sino que éstos los tienen que blandir por todo el mundo; no les basta con humillar a los que vivimos en el  “corral” sino que tienen que proclamarlo “Urbi et Orbi”: decir a todo el mundo que en España, los “hílicos” pagamos sin rechistar, que la “gleba” es obediente, y que con el “pan y circo” tenemos suficiente.

Evasores de la representación porque no saben lo que es eso, ni saben lo que representan: no olvidemos que muchos vienen de “dar voces en la puerta del sol de Madrid” y no fueron a clase; y los que fueron estarían en estado etílico y no entendieron lo que se les explicaba. La representación es algo que tenemos que estudiar porque no es normal lo que lleva pasando en España durante mucho tiempo y muchas generaciones.

Esa idea de la representación se ha convertido en un continente donde cabe cualquier contenido, del tipo que fuere. Cuando en Europa ya se ha sacado de ese continente varias ideas, como la de nación o la de Estado, y cabalgan en la de los Derechos Humanos (donde continente y contenido coinciden), en España aún andamos metiendo vino picado en unos odres que no sabemos cómo son. El vino picado son las viejas ideas de nación y de Estado, sólo que ahora las llamamos “proceso” o “patria”; son la viejas ideas “carlistas” transmutadas que no van a ninguna parte, pero como son a lo que están jugando los que habitan la casa y pagamos los del corral, se venden muy bien en otros países, y si no se vinden es igual, pues las vamos a pagar  de cualquier manera, y lo vamos a hacer sin rechistar: no olvidemos que tenemos el artículo 82 de nuestra Constitución que nos impide “protestar”, y tenemos que ser obedientes pues “todo se hace por nuestro bien” (no olvidemos “todo para el pueblo pero sin el pueblo”). Estamos gobernados por el “decreto-ley” y no por la “ley”; las leyes surgen de un Parlamento, no de una Cámara de Representación de Gobernados, que es lo que tenemos ahora. Igual da que nos humillen a los españoles que no, pues ellos sólo se representan a sí mismo o sus partidos, y para que éstos colonicen todas las instituciones, en virtud de la “democracia partidista” que tenemos.

Este contenido que se vende en un humo que se pretende “medir y pesar” como ironizaba en su tiempo Aristófanes  con el sabio Metón; sin duda, hoy día Aristófanes se reiría de Bodino o de Richelieu, o de tantos otros que muñeron esa idea de Nación o de Estado y que tantos sufrimientos han traído, tanto en Europa como en España, así como en otras partes del mundo, y todo por el bien del pueblo.

Sí, en España estamos inmersos en una peregrinación a esa nueva Nefelocogicia, esa ciudad que sólo concede indulgencias a los que viven de sueños absurdos pero que pagamos aquellos que no podemos negarnos; no se pueden ni medir ni pesar las nubes, tenemos que darnos cuenta, todos, de que son unos “cucos” los que viven de ello.

Antonio Fidalgo
Secretario de CONTIGO SOMOS DEMOCRACIA-MADRID

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